68
años con Roque cultura@laprensa.com.sv Su obra literaria y su coherente lección de vida hacen de Roque Dalton un intelectual emblemático. Es imposible ignorarlo como pieza fundamental en el panorama de la literatura salvadoreña de segunda mitad del siglo XX. |
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Roque Dalton García nació
el 14 de mayo de 1935. “Vivió siempre al borde de un abismo: eso le daba
risa”, asegura el poeta cubano Cintio Vitier en un breve artículo. Y
probablemente sea cierto, quizá sí le provocaba risa ese barranco al que se
aproximaba lentamente. El 10 de mayo de 1975, en medio de la tiniebla, lo empujaron finalmente al vacío. Un nefasto carro de fuego, conducido por sus propios compañeros, se lo llevó de este mundo. Su cuerpo no ha sido encontrado. Hoy, 68 años después de su natalicio, sus mayores legados (una coherente lección de vida y una obra literaria extensa, rica en matices y con un espíritu de experimentación inusitado) se encienden y revitalizan. Su producción abraza los géneros de la poesía, la narrativa, el ensayo, la dramaturgia, la investigación histórica, el periodismo y el testimonio. La poesía es su gran pilar. Dalton es ante todo un poeta. La doctora Matilde Elena López afirma: “Es el gran innovador de la poesía salvadoreña de segunda mitad del siglo XX. Su libro ‘Taberna y otros lugares’ es importantísimo para la poesía de El Salvador”. Pero a pesar de que Dalton es siempre identificado como poeta, el estudioso Ricardo Roque Baldovinos, en un ensayo corto acerca de “Historias prohibidas del pulgarcito”, asegura que ése es el libro más conocido del autor. “Es sin duda la obra de mayor difusión y aceptación popular de Roque Dalton.” En el campo de la investigación histórica sus contribuciones no son despreciables. “La reescritura de la historia salvadoreña es uno de los grandes aportes de Roque. El desmoronar la historia oficial”, sostiene Ricardo Castrorrivas. Pero probablemente, en los ensayos históricos daltonianos, lo más interesante sea la experimentación intensa con las formas, con los géneros. Esa intención de experimentar y renovar. Su narrativa y su dramaturgia son poco conocidas. Se dice que en estos casos los resultados son menos afortunados que con los otros géneros; pero eso sólo puede asegurarse despué s de un estudio riguroso de la obra completa del poeta. La vida de Dalton como poeta está fatalmente condenada a la perpetuidad: se ha convertido en un intelectual emblemático. No es posible ignorarlo como pieza fundamental en el engranaje de la literatura salvadoreña de la segunda mitad del siglo XX. En cuanto a su talante revolucionario, talvez se haya exagerado su sometimiento o su no sometimiento a las normas de la organización. Algunos afirman que era respetuoso de las normas internas y que pocas veces incumplía sus tareas. Otros lo juzgan despreocupado, indispuesto para recibir órdenes. Luis Alvarenga, autor de “El ciervo perseguido”, indica que “Roque mantenía un odio permanente a la adustez y un sentimiento de antisolemnidad, principalmente ante visiones almidonadas de la revolución”. Su postura aparentemente es más bien crítica, de constante reflexión. Sin perder demasiado de vista las normas. Roque Dalton no es un elegido, tampoco es un mártir. Es nada más un
intelectual íntegro y muy humano. Un poeta en su estado más puro. Estos
valores le han otorgado el beneficio de la pervivencia. Roque Dalton no está
muerto.
Mayo 14 , 2003 |