Roque Dalton:
Una mirada familiar sobre su vida y su obra
No puedo recordar
ni la hora ni el día. Estábamos en nuestra casa en el barrio
San Miguelito, mi hermano Roque y yo; Jorge (el menor) estaba en Sonsonate
con mi abuela Carmen.
Alguien llegó
con un poco de sigilo y le dijo algo a mi madre. Ella nos llamó
de inmediato, nos mandó a lavar la cara y a peinarnos. "Apúrense
niños, apúrense..."
Ni preguntamos nada,
porque mi mamá andaba cara de preocupada y no vaya ser...
Nos dirigimos a casa
de mi tía Orbe (hermana mayor de mi abuela materna e íntima
amiga de la mamá de mi padre), que quedaba como a dos o tres cuadras
de la nuestra. Aquello no tenía nada de particular porque era casi
un ritual diario de todas las tardes.
Al abrir la puerta
de aquella casa, que tenía un enorme corredor, con unas grandes
macetas de cemento en las que dejé, en varias ocasiones, parte de
mi cuero cabelludo a causa de las carreras de triciclos, vi aparecer a
un hombre que se me hacía familiar, pero estaba peludo, con bigote
y rala barba. Su cara llena de finas y recientes heridas.
"Niños
es su papá, vayan a saludarlo", dijo mi mamá. Roque
y yo corrimos a fundirnos en un abrazo con él.
Tampoco recuerdo si
fue ese mismo día o al siguiente, pero llegó un carro negro
y grande y mi padre desapareció otra vez...
Días antes
mi mamá María (como le decíamos a nuestra abuela paterna)
nos había mantenido rezando frente a un altar de la Virgen de Guadalupe,
"para que su papá regrese". Tenía ya varios días
de haber sido capturado y "desaparecido".
En los periódicos
de la época aparecieron constantemente dos angustiadas mujeres que
buscaban a su hijo y esposo, respectivamente, en todos los locales de la
Policía Nacional y de la Guardia, sin ningún resultado.
En aquella ocasión
la casa nuestra había amanecido vigilada por agentes vestidos de
civil... Esta es quizás la referencia que se me quedó grabada
en la memoria que relaciona mi niñez con la figura de mi padre.
Su aparecimiento en
casa de mi tía Orbe se debió a la "famosa" fuga
de la cárcel de Cojutepeque, en 1964, que protagonizó Roque
Dalton a raíz de un temblor que rajó las paredes y le posibilitó
hacer un boquete, llegar a un patio y saltar por el tejado de una casa
vecina, para después correr por entre la maleza hasta que un taxi
logró ponerlo fuera de peligro en San Salvador.
Parte de esta historia
está narrada en su novela póstuma "Pobrecito poeta que
era yo" y que ha sido tema de estudios académicos en varios
lugares. Tiene además un alto contenido autobiográfico.
Poemas de un profundo
contenido humano y político que tienen que ver con este episodio
están plasmados en su galardonado libro "Tabernas y otros lugares",
en la parte III, que él denominó "Poemas de la última
cárcel".
Roque Dalton García,
nacido el 14 de mayo de 1935 y asesinado el 10 de mayo casi 40 años
después, llevaba en su propio ser las tremendas contradicciones
del tiempo y de la sociedad en que le tocó vivir.
Repasemos algunas
de esas contradicciones desde su propio origen: madre humilde - padre rico;
madre salvadoreña – padre estadounidense; hijo fuera del matrimonio
– niño privilegiado; católico – comunista; intelectual –
guerrillero; teórico – práctico, entre otras muchas, como
por ejemplo, haber escogido a una bautista para casarse, siendo católico.
Inmerso en ese mar
de contradicciones quiso ser consecuente, y de hecho lo fue, con el contenido
de su creación artística (especialmente de la última
etapa), que llamaba a cambiar la realidad que sufría su "diminuto
y amado país". En 1973 se entregó a una naciente guerrilla
que asumía representar y ser la "vanguardia" política
del pueblo.
Poco se conoce de
los debates internos en el seno insurgente, pero se evidencia que entre
Dalton y la jefatura del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)
hubo un choque de realidades tan grande y profundo que llegó a determinar
su asesinato el 10 de mayo de 1975.
Recordemos que su
crítica era brutal, así como su humor, tal como se apreciará
en uno de sus controversiales poemas:
Lógica
Revi
"Una crítica
a la Unión Soviética
sólo la puede hacer un antisoviético.
Una crítica
a China
sólo la puede hacer un antichino.
Una crítica
al Partido Comunista Salvadoreño
sólo la puede hacer un agente de la CIA.
Una autocrítica
equivale al suicidio".
Desde hace mucho tiempo,
después de la muerte de mi padre, me he dedicado a recoger testimonios
de gente que lo conoció en la última etapa de su vida.
Al llegar al seno
guerrillero se le colocó como un simple miembro de una célula
clandestina, pese a haber sido un gran conocedor de la estrategia y la
táctica revolucionarias, luego de un prolongado estudio de las experiencias
soviéticas, chinas, vietnamitas, coreanas y cubanas; además
de haber sido uno de los intelectuales que se destacó en los debates
latinoamericanos en los mismos temas.
Hay quienes recuerdan
todavía con gran emoción las charlas políticas que
le tocó impartir a grupos de sindicalistas o de activistas de las
organizaciones populares. La gente escuchaba con atención las largas
historias, a las que seguramente les agregaba sus propios aportes. Mezclas,
collage de historias de la "vida real" con síntesis de
experiencias políticas, como dos de sus obras: "Las Historias
Prohibidas de Pulgarcito" y "El Libro Rojo para Lenin".
Si a la hora de leer
disfrutamos la obra, por su desenfado y su humor, cómo no habrá
sido haciendo disertaciones en vivo? Poco a poco fue ganando adeptos, en
un ambiente donde también reinaba la intriga, la envidia y la conspiración.
Roque Dalton, muy
en serio, como después lo hicimos muchos de generaciones posteriores,
jugaba con la vida, ejemplo de ello en el siguiente relato:
"Mi padre iba
por las calles de Sonsonate, ya en la clandestinidad (debía ser
el año 1974), disfrazado de un elegante señor, de bigotes
y anteojos. Detrás de él iba de seguridad otro guerrillero,
pero de aspecto humilde. Al pasar por un retén de policías,
los agentes lo dejaron pasar, pero detuvieron al campesino. Mi padre se
dio cuenta y con gran desenfado se dirigió al sargento y le dijo:
"¡Sargento, suelte inmediatamente a ese muchacho, es mi empleado!".
"¡Usted
a mi no me grite, soy la autoridad; usted no sabe quién soy yo!",
refutó el sargento.
"Míreme
bien, usted tampoco sabe quién soy yo, y si lo llega a saber, ¡de
culo se va a ir!", le contestó mi padre y el campesino fue
liberado."
Lamentablemente no
soy especialista en literatura y no puedo aportar en ese sentido a los
debates académicos que se desarrollan acerca de la correspondencia
o no entre Vanguardia Política y Vanguardia Artística, en
la obra de Roque Dalton.
Considero que Roque
Dalton fue una especie de cronista de la época que le tocó
vivir y un exponente de sus ideas y sentimientos, muchos de los cuales
--no pueden ser de otra manera-- estaban enfrentados, encontrados. En mayor
medida usó para ello la poesía, pero hizo novela, teatro,
cuentos, ensayos y periodismo.
En Roque Dalton no
son ajenas las contradicciones entre la conciencia de un intelectual "pequeñoburgués"
y su lucha, su voluntad determinante por aportar en la lucha por una utópica
revolución socialista.
"...Pobre
de mí,
pobre de mí,
que soy marxista y me como las uñas..."
Esa lucha, me parece,
tuvo que haber sido muy aguda, con mayor razón después de
haber reclamado que "el poeta es una actitud moral", frase que
rescató de Miguel Angel Asturias y a quien criticó duramente
por haber aceptado ser embajador de la dictadura en Guatemala.
Por ello que es muy
difícil hacer un corte con precisión quirúrgica, que
algunos quizás por intereses académicos o por otros motivos
menos comprensibles, desean hacer para separar en Dalton al artista por
un lado y al político por el otro.
Y cuando en ocasiones
se pregunta: Bueno pero ¿qué predominó más:
el artista o el político? Para mí la repuesta está
en su obra, en su creación, que no cabe duda, fue y es revolucionaria,
estremecedora y crítica y es lo que estamos observando que es perdurable.
Deseo expresar el
profundo agradecimiento que la familia Dalton tiene hacia todos aquellos
esfuerzos de índole investigativo y académico que se hacen
acerca de Roque Dalton, su obra y su entorno. Es por esta vía que
su creación ha tenido una mayor difusión, importancia y ampliación
hacia otros sectores.
En El Salvador y en
Centroamérica Roque Dalton es cada vez más un lugar común
para todos y no como se apreciaba hasta hace poco: el poeta guerrillero.
Ahora además de haber sido guerrillero ha cobrado su verdadero peso
como Poeta de la Nación.
Nuestra exhortación
es incentivar este camino de estudio crítico, para lo cual la familia
está dispuesta a ofrecer todo lo que esté en nuestras manos
y a través de lo que se llamará Fundación "Roque
Dalton" (en proceso de legalización).
TRANSICION DRAMATICA
El Salvador de la
posguerra, de transición, está viviendo un momento dramático
e inestable.
Cuesta decir que existe
paz cuando el promedio diario de muertos por la violencia común
es mayor que el que existió durante la guerra.
En la política
existe la mayor de las incertidumbres y confusiones: mientras la derecha
concerta con varios sectores para formar su nuevo gobierno; en el lado
de la izquierda cunde la crisis y la frustración y nuevamente se
culpa a la CIA de sus fracasos, como que la imaginación dejó
de ser atributo para quienes luchan por utopías y son los llamados
a mantener vivas las esperanzas.
No parecemos encontrar
la luz a final del tunel y el comunismo no será más una aspirina
del tamaño del Sol. Después del huracán Mitch le estamos
rogando a Dios para que un día de estos no caiga nieve en El Salvador.
Sin embargo, los necios
seguimos creyendo que:
"El Salvador
será
un lindo (y sin exagerar)
serio país..."
(Ponencia
presentada en la Primera Conferencia de Cultura y Literatura Centroamericana,
celebrada en la Universidad Estatal de Arizona, con sede en la ciudad de
Phoenix, EEUU, entre el 8 y 10 de abril de 1999).
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